sábado, 3 de julio de 2010

Barbie y Teddy...y Barbie

Cuando era pequeña tenía dos barbies y ningún ken, o muñeco masculino equivalente, que pudiera servir para el matrimonio...o el refrotamiento plástico. Y mis barbies no eran unas superficiales que fueran a contentarse con quitarse y ponerse vestiditos por toda la eternidad. Así que tuve que liarlas con el osito Teddy. Sí, lo sé, fue una aberración, pero no iba a privar a las barbies de vida sexual sólo porque no hubiese a mano ningún macho de la misma especie...Ahora pienso que es curioso que me pareciese más aceptable una relación zoofílica que una lésbica. Tampoco estoy segura de que llegasen a disfrutar; es muy probable que, al haber recibido mis muñecos una educación profundamente católica,el mantener ese tipo de relaciones condenadas por la sociedad les haya producido numerosos traumas y complejos. Quizá es por eso que ahora los tres se comportan como si nada de aquello hubiese ocurrido. No puedo saberlo porque llevan años sin dirigirme la palabra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Benísimo en conjunto, y sobre todo lo del "refrotamiento plástico".
Qué inocencia más perversa la de la infancia, verdad?

verónica dijo...

sí, la niña que fui era muy perversa y me entero ahora.