sábado, 31 de julio de 2010

27 de noviembre de 1997

Hoy vino C. a llamarme para tomar un café.Estuvimos hablando más de dos horas. Me sentí bastante bien pero no me gusta. Me obligó a decirle qué pienso de él y para qué lo quiero. Le dije que para aprender y no le moló mucho, también que me sentía incómoda con él y que tenía miedo de que me gustase sólo porque dice cosas buenas de mí.Me dijo que me veía con un destino horrible y que no iba a encontrar a mi prícipe azul, y que tenía que hacer yo sóla lo que quisiese hacer. Y al parecer se ha propuesto removerme por dentro y dejarme fatal para que me ponga a escribir.
¿Cómo voy a dejarme llevar si quiere hacerme sufrir?Quiere convertirme en algo parecido a él. Dice que no quiere discípulos pero si no eres como él eres una mierda. Y yo soy muy influenciable, me convence fácilmente de muchas cosas, aunque luego, cuando llego a casa, ya no estoy segura de nada.
Supongo que cuando pase un tiempo -y casi soy capaz ahora- le estaré agradecida por haberme empujado a superarme, porque ya no me conformo con las cursiladas que escribía antes, aunque de momento sólo estoy frustrada, y no quiero estar siempre insatisfecha.
Creo que acabo de decidir que la poesía no será lo más importante de mi vida y que quiero sentirme bien todo el tiempo posible.
Por favor, no te burles de mis decisiones.
Tú sólo quieres remover y remover y yo no quiero dudar de ciertas cosas.
.....
Ayer me lo encontré y fuimos a mi casa. Yo estaba muy simpática y él melancólico y autocompasivo. Se me quitaron todas las ganas de golpe.
.....
Tu carta es preciosa y me gustó muchísimo que escribieras para mí.Lo que has escrito me produjo vértigo y lágrimas.
¿Qué quiero decirte? No sé, que nunca es tarde...pero te mentiría, para algunas cosas sí que es tarde. Incluso la noche pasada ya era tarde,tú querías consuelo y yo te hubiese dado un par de tortas para que espabilases.Verte tan hundido me hizo sentir más segura y hasta parecía mayor que tú, y ahora me siento con derecho a decirte cómo deberías ser o qué deberías cambiar de tu vida, y me niego, no quiero ser como tú. No quiero pensar demasiado en ti.
....
Ahora me doy cuenta de que algunas cosas que escribiste para mí no se te ocurrieron en ese momento y eso me pone celosa no sé de qué. Quiero exclusividad y eso es imposible, además si la tuviese me sería pesada.
Por primera vez no quiero ser buena ni bella interiormente, no quiero que nadie flipe conmigo, prefiero que me quieran a pesar de mis defectos, por algo irracional, imposible de explicar.

Me siento Caperucita y el lobo al mismo tiempo.

No hay comentarios: